Si estás en el mundillo del negocio, es raro que no hayas oído hablar de Michael Porter, gurú (no en sentido peyorativo) del marketing, catedrático de la Hardvard Business School (ahí es nada) y autor de numerosos libros de gestión empresarial acumulando éxito durante las últimas décadas. No necesita presentaciones (aunque yo soy bastante más nuevo en esto que la media).
Éste es un artículo de los más renombrados en las escuelas de negocio, donde se estudian sus teorías: https://www.fastcompany.com/42485/michael-porters-big-ideas
La noticia agrupa varios conceptos en torno a lo que es la estrategia, lo que los directivos piensan de ella, y cómo se ha gestionado en los últimos 30 (45) años en los entornos empresariales, incluyendo las grandes épocas de cambio y cambio a gran velocidad.
Si hay algo que parece estar claro en la opinión de Porter es que la estrategia es base fundamental de la toma de decisiones de una empresa en un entorno de cambio.
A pesar de esto se deduce que, sin contradecir lo expuesto, a Porter le falta por definir la relación entre estrategia e identidad de una empresa; se puede entender con facilidad este aspecto cuando indica que una estrategia es una toma de decisiones y, por lo tanto, escoger un camino y no otro.
Una estrategia es una herramienta para llevar a cabo en términos de negocio el valor único diferencial que aporta la empresa al mercado (o clientes), y con ello la identidad de la empresa. La identidad de una empresa es algo único, sustancial, inimitable, y por supuesto, evolucionable, dentro de una dirección. Es la identidad lo que te ayuda a saber quién eres, qué eres, y quién no eres, qué no eres, y por lo tanto qué no haces. Tanto o más importante en la identidad es tener bien claro qué no eres como qué sí eres. Pueden imitarte el producto, pero no clonarte a ti.
En este sentido muchas empresas de referencia destacan sobre otras de forma inconfundible no sólo en cuanto a sus productos, servicios o sus costes (que pueden ser imitables por su competencia y más en un mercado globalizado), sino por una acumulación específica de valores de producto o servicios, que definen una identidad concreta. Esta identidad permite a la empresa tomar decisiones en los momentos de desafío.
Esta identidad, evoluciona con el tiempo en función de los entornos, pero los valores fundamentales permanecerán, y ayudarán a la empresa a subsistir a periodos complicados o agresiones de producto, precio, mercado o bolsillo de usuario, puesto que será base de la toma de decisiones. Estas variaciones o evoluciones se tomarán con mayor facilidad y acierto si están en sintonía con la dirección natural para la empresa.
Aterrizando el concepto de identidad, puede establecerse como «conjunto de factores empresariales y humanos», como por ejemplo el tipo de decisiones que se toman a nivel de riesgo y relación con el negocio troncal, con el concepto inicial de la empresa, el tipo de recursos materiales y humanos que emplean, la velocidad a la que piensan, su discurso de comunicación y su gestión de mercado, su papel entre los competidores y su espíritu de producto. Básicamente podría resumirse con ser fiel a la misión y a la visión, que si están bien definidas y son únicas y reconocibles tanto más fácil será para sus directores aplicar medidas estratégicas que muevan la empresa en la dirección adecuada.
Es cierto que la funcionalidad del «best practice» (ahorro de costes y mejora de productos) es un «must» en cualquier compañía para ser competitivo, y no es menos cierto que es la misma carrera que toman todas las empresas. Nada puede diferenciarla en ese sentido ¿Cómo proporcionamos valor añadido? ¿Cómo nos diferenciamos?
En los entornos laborales de hoy día, es complicado que suceda lo siguiente: tiempo para pensar. Pensar para producir de manera creativa decisiones que ayuden a la empresa. Para que esos pensamientos sean productivos, en el proceso mental creativo, hace falta tiempo de ejercicio mental y tiempo de reposo mental. Ésta es una de las razones por las que las empresas encuentran problemas para afrontar el futuro incluso a niveles operacionales base, ya no a niveles de top management.
En realidad, hay algo que no se puede imitar, y es esa identidad, que consta de numerosos factores empresariales, el más importante, las personas, que son las que toman decisiones (aparte de valores de producto o servicios y costes).
Al final, it´s all about people. Tal eres, tal te comportarás. Y esa es la ventaja competitiva que más se puede explotar y que más útil puede ser para diferenciarse.